TORRES DEL PAINE 1995

   Siempre que vengo a esta casa me gusta ir a la bajera y empezar a husmear en las cosas que mi abuelo fue trayendo de sus innumerables viajes. Hay todo tipo de objetos, desde la más fea talla africana, a la púa de un puercoespín. Todo ello mezclado en cajas de cartón, apiladas en una estantería. Al lado de esta estantería hay un armario muy fino y pesado, color de caoba, una reliquia de familia. En el perchero envueltas en plástico cuelgan las ropas de mil colores que mi abuelo llevaba a la montaña. Él fue alpinista, escalador de paredes. Bajo las ropas, también en cajas, hay mas objetos. Un martillo, un casco y muchos otros instrumentos tintineantes que no acierto muy bien su función. También hay libros, muchos libros y cuadernos con apuntes. Parece que era aficionado ha escribir. Siempre suelo ojear alguno de esos apuntes, y hoy me he topado con el diario de una de sus escaladas.

TORRES DEL PAINE 1995
VIA INTSUMISIOA A LA CARA ESTE DE LA TORRE CENTRAL

   Fue entrar en la penumbra del bosque y ver las cabañas para sentir la magia del lugar. Todas las construcciones, tanto las chabolas como las mesas o la servicial fuente nacían de la madera del bosque, toda obra era orgánica. Este iba ser nuestro hogar los próximos dos meses. Todavía no había podido contemplar las paredes, estos días de aproximación estuvieron cubiertas. Ardía en deseos de tocarlas, de quemarme las manos con su fría roca, de sentirlas tan hinchadas de escalar y no poder cerrarlas.
Describir el momento del encuentro me puede resultar difícil. Me quede quieto, un poco jadeante por el esfuerzo realizado subiendo la morrena glaciar. Sentí un pequeño nudo en el estomago y un gran respeto. Me pareció perfecta. Una figura esbelta desde la base hasta la cima, la cual podríamos dividirla en cuatro zonas diferentes.
La placa tumbada. El comienzo de la pared. Más vertical en el lado izquierdo, zona de la intsumisioa, de unos 400 metros. Es posible encontrar grandes neveros a principios de temporada. La roca no es muy buena, es un granito gris quebradizo. La escalada resulta un poco expuesta.
El muro. Comienzo de la zona vertical. Serán como 300 metros. La roca es mejor aquí, de un granito mas rojo y duro. En la zona de la intsumisioa sigue una línea no muy evidente de escalada dura y técnica.
El diedro. La razón de haber elegido esta línea. Un enorme diedro que llega hasta el hombro. La roca es perfecta y la escalada técnica.
El hombro. Aquí termina la verticalidad de la pared. En intsumisioa es una arista cimera común con la ballena de los vientos. Hay que cruzar algunos neveros. La roca es buena y la escalada fácil..
Si tuviera que elegir un largo de cada una de estas cuatro zonas lo tendría un poco difícil. De la zona de la placa me quedaría con la séptima tirada, un largo de A3 luchado. Comienza atravesando una placa gris donde los puntos de seguro son como enganches de cremallera a punto de abrir la bragueta. Avanzas en artificial apurando algunos pasos en libre. Esta placa termina bajo un techo de lajas superpuestas finísimas jodidamente alejadas. Un largo para ir calentando motores.
En la segunda zona la elección podría ser mas amplia. El largo de A4 podría merecerlo. El segundo de A3+ seria cojonudo para narrarlo con una cerveza fría al lado. Pero el onceavo, el de los picados, será el elegido. Es un largo de A2+ en el que nos vimos obligados a tallar para superarlo. Comienza bajo un techito y una placa súper lisa. Se practicaron como ocho agujeros con un espit en medio. Después de esta sección se alcanza la única laja para frieds de todo el muro. Son 40 metros de amigos del uno, dos y tres, de comienzo a fin. Para correrte.
La tercera, la del diedro, fue la que motivo elegir esta línea. Pensábamos que aquí acabarían nuestras penalidades. Que confundidos estábamos. Todos esos monstruos de friends que arrastrábamos venían enormes. Seguíamos clavando knife-blakes y empotrando microfriends. En esta zona si que se me hace especialmente difícil decidirme. La ruta sigue ya el cauce del diedro variando mucho el tipo de escalada en cada largo. Creo que me decantaría por la zona verglaseada, el largo 22, very espectacular. Para comenzar la tirada hay que calzarse los grampones y coger los piolets. Atravesamos una repisa helada nos introducimos en un diedro que en sus comienzos es un autentico coular. Progresamos en mixto limpiando mucho. Se llega aun techito. Nos encontramos en la zona más delicada del largo. Fueron necesarios colocar tres ribetes de progresión y utilizar los piolets a modo de ganchos para pasarlo. Resuelto esto el largo mejora y hasta nos da para libre. Para cuando te enteras la cuerda se te queda corta.
Ostia! Menos mal que ya llegamos al hombro. Aquí la escalada es más sencilla, con un toque más alpino. Atravesamos neveros y trepamos cortos resaltes. La tormenta nos envuelve y progresamos sin apenas visibilidad bajo una constante nevada. La cima es apenas un pedrusco que hace de punto mas elevado. Estamos felices por haber terminado la ruta. Nuestros recuerdos y pensamientos van hacia todos los amigos que han participado en esta aventura y por circunstancias no están aquí con nosotros. Periko, que la mala fortuna de ser golpeado por un gran cascote de hielo mientras participaba en la apertura de la vía le mantenía ingresado en un hospital de Punta Arenas. Raulillo, que renuncio a la cima por dejar un hueco en la hamaca. Iñaki, que no pudo venir con nosotros este año y cuyo trabajo un año antes en la apertura de la vía fue fundamental. Paco, que aunque no escale, sentía como nosotros la ilusión de abrir esta vía. Pepe rayo, Raul, Xabi y yo estamos en la cima gritando INTSUMISIOA.
Como todo cuento este también debe de llevar moraleja: Seis colgados tan cuerdos que intentaron conquistar a la bella torre y vieron que ese amor exigía un corazón de piedra. Pero subieron, por que, como ya lo dijeran antes que nosotros... ¡ no existen falsas ilusiones ¡

-          ¡Eneko ¡ ¿ que haces sentado hay ¿ muévete que tenemos que regresar a casa.
-          ¡ Ama ¡ ¿ iremos el domingo al monte ¿